Sentirse ansioso es parte de la vida. Ya sea por el nerviosismo antes de una entrevista de trabajo, la sacudida acelerada que sientes al hablar frente a una multitud o el aleteo en el estómago cuando estás explorando un lugar nuevo, todos hemos estado allí. Pero, ¿cuándo estos sentimientos cruzan la línea de la ansiedad normal a algo más significativo? Es una pregunta que vale la pena hacerse, especialmente teniendo en cuenta que 1 de cada 3 adultos estadounidenses experimentará un trastorno de ansiedad en algún momento de sus vidas. Entonces, ¿cómo se puede diferenciar entre los nervios normales y cotidianos y los que podrían indicar un problema de salud mental más profundo?
¿Respuesta natural o señal de alerta?
La ansiedad es como el sistema de alarma incorporado en tu cuerpo. Es posible que notes que tu corazón se acelera, tu respiración se acelera y tus músculos se tensan cuando te sientes ansioso. Esto sucede porque su cuerpo está activando su respuesta al estrés: una descarga de adrenalina y cortisol aumenta su ritmo cardíaco y su respiración, preparándolo para «luchar o huir». Es un antiguo mecanismo de supervivencia que mantenía a nuestros antepasados alerta y preparados para posibles peligros.
En muchos sentidos, la ansiedad es beneficiosa: agudiza nuestra atención, mejora la resolución de problemas, nos motiva y señala posibles amenazas. Es una respuesta natural y adaptativa diseñada para protegernos. Pero cuando este sentimiento se vuelve abrumador o persistente, interfiriendo con su vida cotidiana, podría apuntar a un problema más profundo.
Desencadenantes de la ansiedad: percepción vs. realidad
La ansiedad a menudo cobra vida en respuesta a una amenaza percibida, y la palabra clave aquí es «percibida». No se trata necesariamente de enfrentarse a una situación de vida o muerte; Se trata de lo que tu mente interpreta como una amenaza, incluso en circunstancias seguras o mundanas. Nuestro sistema de lucha o huida, una reliquia de nuestro pasado evolutivo, fue diseñado para protegernos de los peligros físicos. Pero en el mundo actual, donde las amenazas tienen menos que ver con la supervivencia física y más con escenarios sociales complejos, el sistema de alarma de nuestro cuerpo puede fallar.
Un correo electrónico vago puede ser percibido como una amenaza
Tomemos, por ejemplo, un correo electrónico simple y vago de su jefe que dice: «Tenemos que hablar». A pesar de que es solo un correo electrónico, tu cerebro podría saltar a los peores escenarios. Esto es gracias a nuestro arraigado sesgo de negatividad, una táctica de supervivencia de nuestro pasado que nos hace hiperconscientes de los peligros potenciales.
Si bien un correo electrónico de su jefe está lejos de ser un ataque de tigre dientes de sable, su cuerpo aún podría reaccionar como si lo fuera, desencadenando la respuesta familiar de lucha o huida a pesar de que no hay un peligro real. En el mundo tecnológicamente avanzado y socialmente complejo de hoy, esta antigua adaptación malinterpreta los factores estresantes modernos, como un correo electrónico ambiguo, como una amenaza para la vida, lo que lleva a un estado de mayor ansiedad. Este desajuste puede conducir a lo que se siente como una reacción exagerada o, en términos modernos, ansiedad. Básicamente, se trata de que el sistema de alarma de tu cuerpo esté demasiado ansioso, interpretando los factores estresantes cotidianos como peligros extremos.
La ansiedad cotidiana: una herramienta útil para la moderación
Piensa en la ansiedad «normal» como un empujón útil de tu cerebro, que te empuja a estar preparado y vigilante. Por ejemplo, sentirse ansioso por una presentación de trabajo puede motivarlo a prepararse a fondo, practicar su entrega y mantener la concentración, lo que en última instancia conducirá a un desempeño exitoso. Del mismo modo, la ansiedad por perderse en un viaje de senderismo puede llevarlo a tomar precauciones sensatas, como empacar equipo adicional, familiarizarse con la ruta y mantenerse atento a posibles peligros.
Esto es lo que distingue a la ansiedad «normal»
- Naturaleza temporal: Por lo general, desaparece después de que el evento o las circunstancias estresantes hayan terminado. Por ejemplo, el nerviosismo antes de una presentación generalmente se alivia una vez que se entrega con éxito.
- Intensidad manejable: Si bien puede ser incómodo, la ansiedad «normal» no te paraliza. Es posible que sientas aprensión por conocer gente nueva en un evento social, pero eso no te impide ir e interactuar con los demás. La clave es que tu reacción sea proporcional a la situación.
- Enfoque específico: Esta ansiedad a menudo está relacionada con eventos o situaciones particulares, como anticipar los resultados de las pruebas médicas, tener una primera cita, comenzar un nuevo trabajo o hablar en público.
Ejemplo de ansiedad «normal»
Es posible que te despiertes ansioso por una gran presentación: revolver el estómago, acelerar el corazón, representar diferentes escenarios en tu cabeza. Pero una vez que termina, tu cuerpo y tu mente vuelven a su estado normal. Este tipo de ansiedad es una respuesta natural y adaptativa que te mantiene alerta y preparado, pero no se queda más tiempo del esperado.
Identificación de los trastornos de ansiedad: más allá de lo normal
Esto es lo que distingue a la ansiedad «normal»
Los trastornos de ansiedad difieren significativamente de la ansiedad «normal» que todos experimentamos. A continuación, te explicamos cómo hacerlo:
- Persistencia: A diferencia de la ansiedad normal, que se disipa después de que pasa el factor estresante, los trastornos de ansiedad se caracterizan por una preocupación crónica y continua. Persisten incluso cuando el desencadenante específico ya no está presente, dejando a las personas en un estado constante de mayor ansiedad, independientemente del peligro real.
- Intensidad debilitante: El nivel de ansiedad experimentado suele ser poco realista y desproporcionado con respecto a la situación. Puede ser tan intenso que interfiere con la vida diaria. Por ejemplo, un miedo extremo a los puentes puede impedir que alguien conduzca sobre un puente perfectamente seguro y estructuralmente sólido a pesar de que no haya signos visibles de peligro.
- Generalizado o desenfocado: Si bien la ansiedad normal generalmente tiene un enfoque específico, los trastornos de ansiedad pueden manifestarse como una preocupación generalizada y generalizada, a menudo sin una causa clara. Puede manifestarse como una sensación general de temor o una sensación de que algo malo va a suceder, sin ninguna razón específica. Estos pensamientos intrusivos pueden persistir durante días, dificultando su capacidad para pensar, reaccionar o comportarse normalmente.
En esencia, los trastornos de ansiedad se caracterizan por su naturaleza duradera, su intensidad abrumadora e incontrolable y, a menudo, su enfoque generalizado, lo que afecta significativamente la vida diaria y el bienestar de una persona.
Ejemplo de trastorno de ansiedad
Has realizado una presentación de trabajo exitosa, pero en lugar de sentir alivio, tu mente sigue corriendo con la preocupación. Días después, no puedes concentrarte en otras tareas porque estás obsesionado con un pequeño error que cometiste. Comienzas a evitar las tareas que requieren hablar por miedo a ser juzgado, a pesar de los comentarios positivos. Tu sueño se ve interrumpido por pensamientos intrusivos sobre tu rendimiento, y el temor a futuras presentaciones es tan intenso que es todo en lo que puedes pensar, lo que afecta a tu trabajo y a tu vida personal.
Cuando se trata de algo más que nervios
La ansiedad, en dosis moderadas, puede ser un potenciador del rendimiento. Las investigaciones muestran que los atletas a menudo se desempeñan mejor con un toque de nervios antes del partido – Los mantiene nítidos y concentrados. Sin embargo, cuando la ansiedad se intensifica, puede ser contraproducente, disminuyendo el rendimiento y causando angustia.
Los trastornos de ansiedad van más allá de las típicas reacciones de estrés. Se caracterizan por síntomas que afectan significativamente su vida diaria. Esto es lo que debes tener en cuenta:
Síntomas psicológicos:
- Preocupación y miedo excesivos: Sentirse constantemente nervioso por las actividades cotidianas que se sienten abrumadoras o fuera de control
- Irritabilidad y tensión: Frustración o irritabilidad desproporcionada ante problemas menores.
- Desafíos de concentración: Dificultad para concentrarse debido a pensamientos ansiosos acelerados o intrusivos y sensaciones corporales incómodas.
- Inquietud y aprensión: Una sensación persistente de temor o malestar que puede ir y venir, pero nunca desaparece.
- Dudas sobre las habilidades: Cuestionar constantemente su capacidad para manejar tareas.
- Nerviosismo y bajo estado de ánimo: Sentimientos frecuentes de tristeza, baja autoestima o preocupación.
- Desapego y disociación: Sentirse desconectado de uno mismo o de su entorno.
Síntomas físicos:
- sudoración, enrojecimiento, mareos
- Palpitaciones cardíacas o dificultad para respirar.
- Opresión o dolor inexplicable en el pecho
- Náuseas y dolores de estómago
- Cefaleas
- Sensaciones aleatorias de alfileres y agujas.
- Trastornos del sueño o insomnio
Recursos adicionales:
Qué son los trastornos de ansiedad – American Psychological Association
Signos y síntomas de trastornos de ansiedad específicos – Instituto Nacional de Salud Mental
¿Alguno de estos escenarios te suena familiar?
- Evitar el trabajo debido a la ansiedad: Llamar para decir que está enfermo porque la idea de ir a trabajar es abrumadora.
- Retraimiento social: Saltarse eventos sociales debido a sentimientos de ansiedad incontrolables.
- Luchas en las relaciones: La ansiedad obstaculiza su capacidad para mantener relaciones saludables.
- Preocupación persistente: Incapacidad para disfrutar de la vida debido a una preocupación implacable.
- Noches de insomnio: Estar despierto con una mente hiperactiva y preocupada.
- Disfunción diaria: Estar tan distraído por el temor que obstaculiza su capacidad para realizar tareas simples.
Si estas experiencias resuenan contigo, podría ser el momento de considerar si estás lidiando con niveles normales de ansiedad o algo más.
Empoderarse: Saber cuándo buscar apoyo
Comprender la distinción entre la ansiedad normal y un trastorno de ansiedad es un paso poderoso en el manejo de su salud mental. La ansiedad normal suele ser una respuesta a corto plazo relacionada con el estrés que no conduce a una angustia significativa. Es proporcional a la situación y, por lo general, se resuelve una vez que pasa el factor estresante. Por el contrario, un trastorno de ansiedad es más persistente, a menudo se siente desproporcionado con las circunstancias y puede obstaculizar su capacidad para participar en la vida diaria.
Al identificar cuándo su ansiedad cambia de una respuesta normal a un área de preocupación, obtiene el poder de actuar. Esta autoconciencia es su primera herramienta para buscar el apoyo adecuado. Ya sea que se trate de comunicarse con el Programa de Asistencia al Empleado de EFR u otros recursos de salud mental, buscar ayuda es un signo de resiliencia y fortaleza. Es un paso importante para nutrir no solo su salud mental y bienestar, sino también su calidad de vida en general.